martes, 20 de agosto de 2013

Aprendiz

Me encontraste, vagando, enojado y moribundo
terco, profundo. A la defensiva
pero confiaste, en la luz que brilla en un interior
ya muy oscuro…

Un brillo yo creí apagado, me ayudaste a ver.
que una situación, no marca una vida.

Creíste en mí y a través de tus “juegos” y palabras
estalló dentro de mí esa luz
fulminó con más fuerza que la del sol.

Al principio me cegó
tan acostumbrado estuve a la oscuridad
que mis ojos quemó la primera vez
y hoy me encuentro tambaleando, fuera de las tinieblas…

Salí a la deriva, ahora sólo persigo cimas.

Vladimir Rodríguez Zepeda

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