Te agradezco
Tú, mi gran maestra
quien me enseño la frialdad
y los caminos más recónditos que ni siquiera hubiese podido imaginar
tú, que cuando te fuiste
intransigentemente me dejaste en soledad.
Hoy te agradezco
a ti
la que se llevó mis sueños
la que con tantos silencios me convirtió en el mejor interpretador
y entre tantas ausencias desarrolló mi intuición.
tú la de ojos un tanto rasgados, o grandes, o pardos, ya no sé
lo único que recuerdo
es que juntos tocamos estrellas
y de un momento a otro
caí en la dura realidad.
Como si en una de esas mecidas que nos dimos en la luna
ya no me quisiste a tu lado más.
Vladimir Rodríguez Zepeda
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